Explora el funcionamiento interno del sistema inmunológico
¿Sabes cuál es el tema más estudiado en biología humana?
No, no es depresión, digestión ni sueño. La respuesta es el “sistema inmunológico”; el encargado de combatir lesiones menores como un corte, o enfermedades crónicas como el cáncer.
Cualquiera puede decirle las cosas básicas que le suceden a su cuerpo después de una raspadura en la piel. Su piel se rompe, sangra, el área se vuelve roja y, finalmente, se forma una costra. Todo esto suena muy simple. Pero hay un sistema sumamente complejo formado de células, tejidos, proteínas y hormonas que trabajan juntas para que esto suceda. Ese es su sistema inmunológico.
El sistema inmunológico está formado por varias células, hormonas, proteínas y otras moléculas que trabajan juntas para ayudar a nuestros cuerpos a combatir las amenazas del día a día. Cada uno de nosotros tiene un sistema inmune innato único lleno de células que se especializan en combatir enfermedades conocidas, mientras que nuestro sistema inmunitario adaptativo nos ayuda a enfrentar nuevas amenazas.
Probablemente ya sepa que las vacunas son vitales para salvar vidas. Pero es posible que no sepa cómo funcionan. Durante los primeros brotes de la viruela en el año 1720, los médicos de ese entonces utilizaban vacunas para ayudar a las personas a combatir la enfermedad sin saber cómo estas funcionaban. La ciencia real detrás de las vacunas, de hecho, tardó mucho tiempo en descubrirse. Hoy en día sabemos que estás desencadenan la respuesta inmune adaptativa del cuerpo.
Antes de la década de 1980, los científicos sabían esto: dos tipos de glóbulos blancos, las células T y las células B, se encuentran en el corazón de la respuesta inmune. En sus superficies, estas células tienen receptores formados por cadenas largas y elaboradas de proteínas que pueden unirse con proteínas correspondientes en otras moléculas. Esto permite que las células trabajen juntas para completar varias tareas. Entonces, si los receptores de una célula inmune se conectan con algo extraño a su cuerpo, la célula inmune se "enciende" y luego mata el germen o la célula infectada. La célula inmune también se multiplica, lo que le permite a su cuerpo "recordar" los gérmenes que han estado dentro de él y tratarlos fácilmente en el futuro. Este es el proceso que activan las vacunas, y se conoce cómo su respuesta inmunológica adaptativa.
Todo listo, ¿verdad? Bueno, no del todo. Si nuestro cuerpo tendría una respuesta inmune cada vez que una nueva sustancia ingresa al cuerpo, viviéramos enfermos cada vez que comiéramos un nuevo alimento.
Nuestros sistemas inmunes innatos están programados para hacer frente a amenazas específicas. Los receptores, como se los conoce hoy son formas fijas en la superficie de las células T y B que se entrelazan específicamente con gérmenes o células infectadas. El gen TLR4, conocido como “el gen de peaje” está encargado de codificar y reconocer patrones malignos. Con este receptor particular las células inmunes son capaces de unirse a un tipo específico de bacteria llamada LPS. Cuando la célula se adhiere a la bacteria LPS, esto le indica al cuerpo que puede haber algo que requiera una respuesta inmune. En otras palabras, este “gen de peaje” ayuda a nuestro sistema inmunológico a reconocer tipos particulares de gérmenes o amenazas y libera células específicas optimizadas para tratar con ellos. Pero, ¿qué conecta los sistemas inmunes innato y adaptativo?
Primero, las células dendríticas conectan los dos sistemas, y actúan como un sistema de alarma que alerta al cuerpo humano cuando algo anda mal. Por el otro lado, las citocinas y las anti-citocinas sirven como equipo de comunicaciones.
Despues, las citocinas ayudan al cuerpo a coordinar la respuesta inmune correcta. Cada citocina tiene un propósito único. Pero su función común es servir como centro de comunicación entre células y tejidos, ayudando a nuestros cuerpos a formar la respuesta inmune correcta. ¿La mejor parte? las citocinas tienen un enorme potencial para ser utilizadas en medicamentos. Un tipo de citocina, hoy en día forma parte del tratamiento para la hepatitis B y C. Además, se pueden usar otras citocinas para matar las células cancerosas, particularmente el melanoma y el cáncer de riñón avanzado. Por el otro lado, las anti-citocinas detienen las respuestas inmunes destructivas y pueden ayudar a curar enfermedades autoinmunes. Las anti-citocinas pueden presentarse en forma de anticuerpos, que son proteínas solubles en forma de Y que pueden neutralizar los gérmenes. La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune que afecta a aproximadamente 1 de cada 100 personas en todos los países. Hace que las células inmunes se acumulen en las articulaciones y destruyan el cartílago y el hueso; El dolor y la rigidez resultantes pueden ser debilitantes.
El dolor producido en las articulaciones se debe a que el sistema inmunológico se encuentra en desequilibrio y libera cantidades abundantes de una citocina en particular conocida como el factor de necrosis tumoral o FNT para abreviar. Esta citocina tiene la capacidad de matar enfermedades, pero también es bastante tóxico para el cuerpo humano. Hoy en dia, para tratar la artritis reumatoide, se utiliza una anti-citocina que bloquea y destruye el FNT. Gracias a esta anti-citoquina millones de personas con artritis reumatoide pueden vivir sin sillas de ruedas. Y no son los únicos que se han beneficiado. Las anti-citocinas que bloquean el FNT también pueden tratar la enfermedad de Crohn y la colitis, que son causadas por la inflamación en el sistema digestivo.
En el futuro, la regulación natural de citocinas, el descubrimiento de nuevos FNT y el desarrollo de nuevos medicamentos para mantener equilibrados el “gen de peaje” afectará como vemos y tratamos enfermedades comunes como el resfriado, hasta la diabetes y el cáncer.
En el siguiente blog podrás conocer los factores que alteran el funcionamiento del sistema inmune.
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